DEPENDENCIA EMOCIONAL Y RELACIONES TÓXICAS

¿ Qué es la dependencia emocional?

    La dependencia emocional es la necesidad extrema de carácter afectivo (amor, afecto, cuidado) que una persona siente hacia su pareja a lo largo de sus diferentes relaciones. (Castelló, J. 2005)

 ¿ Y las relaciones tóxicas?

    Estas podrían definirse como aquellas relaciones en las que el trato entre ellos presenta un claro desequilibrio hacia una de las partes, causando daño o malestar a la otra y por tanto siendo destructiva y no saludable. 

¿ Por qué se es dependiente emocional?

    La dependencia emocional como dijimos es una necesidad afectiva extrema. Esta ocurre porque en la infancia hemos tenidos carencias o heridas emocionales que siguen abiertas. 

    Los niños y niñas necesitan el amor de sus padres, y hacen lo posible por conseguirlo si sienten que no lo tienen de forma incondicional. Es más, si sienten que no lo consiguen se auto inculpan: "si mi madre (o padre) no me quiere debo de ser malo, si me porto mejor, me querrán". 

    Los niños con este pensamiento mágico presente en la infancia tratan de paliar la falta de amor que sienten, porque aún no saben que el amor de los cuidadores tiene que ser incondicional. Estas heridas las pueden causar comportamientos muy graves, o la simple negligencia en el cuidado del niño/a, a veces incluso no intencional por causa del cuidador. 

    Una madre enferma, con depresión, que está viviendo su propio maltrato, etc, serían ejemplos de maneras no intencionales en la que no se está disponible emocionalmente para los hijos cuando son pequeños, porque ni siquiera puede estar presente para ella misma. Obviamente cada uno lo hace lo mejor que puede en un momento determinado de su vida, no se trata de juzgar a nadie (nadie elige estar enferma, o tener depresión o ser maltratada) pero esto no significa que no acarree consecuencias en el cuidado emocional de los hijos.


    Estas carencias pueden formular un Trauma de Apego. El apego es el vínculo que se forma con el cuidador primario. Cuando hay carencias este vínculo no es del todo seguro. Cuando hablamos aquí de trauma, no estamos diciendo que hayan ocurrido cosas de índole muy grave (aunque a veces si ocurre).

    Significa esto que ¿todas las personas que tienen trauma de apego son dependientes emocionales?, no, un apego no seguro puede llevar a diversas patologías dependiendo del tipo de vinculación en la infancia, desde la más leve a otras más graves. Significa esto que ¿las personas dependientes emocionales han tenido un vínculo de apego no seguro en la infancia? Sí, por eso tienen esa necesidad de ser amados.
 
    El trauma de apego generalmente es un trauma por omisión, es decir, determinadas cosas que tuvieron que pasar en el vínculo con el niño o la niña , no pasaron, no pudieron pasar. Por ejemplo, no recibió amor incondicional, no recibió seguridad, no recibió consuelo, no había disponibilidad emocional para él o ella.

    Estas heridas se arrastran hasta la vida adulta de forma inconsciente, necesitamos llenar ese vacío que llevamos dentro, esa necesidad de amor. El inconveniente es que la mayoría de las veces, con estas carencias, no hemos aprendido lo que es un amor sano y entonces no podemos buscarlo y saber discriminar.

    ¿Qué hacemos entonces? Nos dedicamos a quedarnos con los que nos llega (la primera persona que nos dice que nos quiere, aunque haga media hora que nos conocemos, nos vale, nos es suficiente, dice que nos quiere y eso llena esa necesidad de amor, y entonces la idealizamos), o bien elegimos como pareja aquello que nos resulta familiar, es decir, lo que yo con mis conocimientos infantiles identifico como amor (si toda la infancia he estado lidiando por ser visto/a por una madre o padre frío y distante, eso es lo que tengo que conseguir que una pareja fría y distante me ame, eso al fin al cabo es lo que necesité y lo que yo identifico como amor). 

    La dependencia emocional es un continuo y posee grados, no es que se sea o no se sea dependiente. Todos en algún grado no patológico somos un poco dependientes, somos seres sociales y necesitamos  el contacto con los demás. El problema surge cuando esta necesidad patológica de amor es tan grande que nos lleva a ponernos en situaciones de riesgo.

    Hay personas que son dependientes emocionales y no lo saben porque nunca les ha causado ningún dolor. Hay un escaso numero de personas con esta patología que se unieron con una pareja que era funcional, más o menos sana o también un poquito dependiente y eso llenó su necesidad de amor y nunca les causó problemas. Esto solo se convierte en un problema cuando esta persona falta, bien porque se separen, o por fallecimiento.

    ¿Pero que ocurre con las otras personas dependientes que no tuvieron la suerte de encontrar o quedarse con una pareja adaptativa? ¿Qué ocurre cuando das con una pareja disfuncional? Entonces comienza la relación tóxica, con el consiguiente dolor y desesperación por llenar ese vacío de amor que sientes, de la única forma que no puede ser llenado, con una persona que no te quiere, que tu humilla, y que se aprovecha de tu vulnerabilidad hacia la necesidad de ser querido para lograr un beneficio propio de algún tipo (emocional, económico, familiar, social, etc).

¿Si hace daño, entonces ¿por qué se mantiene esa relación tóxica? 

    Por un lado está esa necesidad de amor que sigue los patrones que se pusieron en marcha en la infancia. Ese pensamiento mágico que dice "si me adapto a lo que quiere me querrá", "es posible que no esté haciendo algo bien, si lo hago mejor me querrá", "si no me quiere no soy suficientemente bueno/a tengo que cambiar y hacer lo que me dice para que me ame". Estas son creencias nucleares de nuestra infancia donde luchábamos por conseguir ese amor que no llegó o no percibimos que llegara, no porque no fuéramos dignos de ser queridos sino porque la persona que cuando eramos niños nos lo tenia que suministrar, no podía a hacerlo o simplemente era incapaz de querer.

    Además, puede existir algún tipo de disociación. En la medida que vamos creciendo, puede que esas partes infantiles que lucharon y sufrieron por no conseguir cubrir esa necesidad emocional de amor de los cuidadores, se hayan quedado algo despegadas, generando partes emocionales de nuestra personalidad. Supongamos que somos un árbol y nuestro tronco va creciendo integrando nuestra historia de vida haciéndose grueso y alto hasta llegar a la edad adulta, sin embargo a lo largo de ese tronco salen algunas ramas que se separan y crecen de forma independientes. Esas ramas son partes emocionales que tienen conexión pero no están integradas del todo en nuestra parte adulta (el tronco). Las partes emocionales, tienen emociones y sentimientos que se quedaron enganchadas en ese sentimiento de búsqueda de amor en la infancia y no han evolucionado al compás del resto de la personalidad en otras áreas. Esto causa que se pueda pensar de forma racional que es necesario abandonar esa relación y a la vez sentir que no se puede hacer porque no puedes vivir sin la otra persona: "se que tengo que dejarlo, que no es bueno para mi, pero siento que lo necesito y no puedo hacerlo".

    También se da un proceso de idealización, representando a la pareja tóxica como algo perfecto que de ninguna forma se ajusta a la realidad. Esto se produce por exagerar y ensalzar las virtudes que vemos, ignorando los defectos, o las cosas que nos molestan haciéndolas a un lado sin tenerlas en cuenta. Es común encontrar pacientes que te dicen "era la relación perfecta al principio", sin embargo a lo largo de la terapia se dan cuenta de que si había indicios desde el principio de la relación de que no era tan perfecta, que no habían tenido en cuenta o a las que no habían dado importancia, de forma que se estaban relacionando no con esa pareja en sí, sino con la fantasía de la pareja que se habían formado. son personas dependiente que suelen decir "no se con quien he estado viviendo, no lo conozco". En realidad es cierto, no lo conocían realmente, solo conocían lo que ellas habían imaginado como algo ideal.

    Por otro lado, se da el fenómeno del refuerzo intermitente que facilita la pareja tóxica. Una constante en una pareja tóxica es la manipulación, hasta que en un momento determinado no puede mantenerla y sale su verdadera forma de ser. Suelen intercalar momentos de amor y romanticismo con momentos de devaluación y humillación. Ambos, tanto el refuerzo (momentos de amor) como el castigo (humillación), se facilitan de forma aleatoria. En primer lugar, este refuerzo intermitente es adictivo, y hay múltiples estudios que lo refrendan, de hecho con esta lógica están realizadas las máquinas tragaperras, el premio está ahí y en algún momento tiene que salir, así que solo es cuestión de seguir echando monedas. Lo mismo pasa con las relaciones tóxicas, sabemos que en algún momento llegará esa explosión de amor, solo tenemos que seguir invirtiendo en la relación porque en algún momento llegará eso que ansiamos e igual es el premio gordo y llega el amor para siempre. Eso no ocurre nunca pero mientras seguimos invirtiendo por si acaso. Curiosamente, entre más tiempo y esfuerzo inviertes en esa pareja más cuesta dejarlo: "¿después de todo mi esfuerzo para que cambie me voy a rendir ahora?" Lo que es asimilable a lo que ocurre con un adicto al juego en las máquinas tragaperras, una vez que te has dejado casi todo el sueldo en la máquina no te quieres ir ahora sin nada, el premio tiene que estar a punto de salir "la máquina está calentita", y acabas perdiendo el resto.

    Por último, se da el figura de la disonancia cognitiva. Este término acuñado por Festinger viene a decir que cuando dos conductas, actitudes o emociones entran en conflicto creándonos incomodidad o malestar,  los seres humanos tenemos la tendencia a reducir este conflicto interno. La disonancia cognitiva y el autoengaño está separada por una ligera línea. Para reducir este conflicto interno tenemos tendencia a justificar o cambiar nuestras creencias al respecto. Por ejemplo, si yo se que fumar es perjudicial para la salud, pero emocionalmente hacerlo me produce satisfacción, o no me encuentro motivada para hacerlo, tenderé a reducirlo pensando: "de algo hay que morir, todos vamos a morirnos". En las relaciones tóxicas pasa algo parecido, cuando deseamos profundamente tener pareja, y más en concreto esa que es tóxica y que nos tiene enganchadas por lo que dijimos anteriormente, pero notamos que nos sentimos emocionalmente mal, intentaremos reducir este conflicto interno pensando cosas como: "ha tenido un mal día, está atravesando una mala época, no es una mala persona, en el fondo me quiere por eso me busca", "es un buen padre, sigo con él por mis hijos" "otros esposos son peores a mi no me pega". Además, tenemos esas partes infantiles ávidas de amor y fácilmente manipulables que nos ayudan a mantenernos ahí emocionalmente y conformarse con lo que les dan, como hicieron en su infancia.



    Todos estos factores juntos, forman un cóctel explosivo, haciendo que la relación tóxica se prolongue durante años, bien de forma continua, o de forma intermitente volviendo por temporadas, hasta llegar a la devastación de la persona que lo sufre, no solo a nivel psicológico sino muchas veces físico.

Si una relación no te hace feliz, no esperes, vete lo antes posible. Sino puedes sola, pide ayuda



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