EVITA LA INMOVILIDAD Y VIVE EL PRESENTE.

Si estás considerando la opción de elegir la felicidad en tu vida, tendrás que tener en cuenta el concepto de inmovilización como un indicador de las emociones negativas que sientes. Todas aquellas emociones que te dejen inmovilizado van a ser disfuncionales en tu vida, ya sea la ira, la tristeza, la depresión, la hostilidad o la timidez.
La inmovilización puede ir desde la parálisis total a las pequeñas vacilaciones o indecisiones. ¿Tus enfados hacen que dejes de hacer o decir lo que quieres? Entonces te inmovilizan. ¿Tu timidez hace que no puedas intimar con quien quieres? Entonces te está inmovilizando e imposibilita que tengas experiencias a las que tienes derecho. ¿No puedes dormir o hacer el amor por alguna sensación negativa? Esto es un signo de inmovilización, ya que impide que funciones al nivel que quieras funcionar.
También estás inmovilizado cuando:
  • Cuando no puedes dirigirte cariñosamente a alguien aunque quieras hacerlo.
  • No puedes trabajar en un proyecto que te interesa.
  • Te pasas el día sentado en casa, pensando en tus problemas.
  • No haces el amor y te gustaría hacerlo.
  • No realizas actividades agradables por una sensación desagradable que arrastras contigo.
  • No te atreves a decírselo a la persona que te atrae.
  • Evitas hablar con alguien, aunque sabes que un pequeño gesto amistoso mejoraría vuestra relación.
  • No puedes dormir porque algo te preocupa.
  • No puedes pensar con claridad porque estás enfadado.
  • Te comportas injustamente con alguien que quieres.
Todas las emociones negativas te llevan a la autoinmovilización, y es motivo suficiente para intentar eliminarlas de tu vida.

Una de las mejores maneras de combatir la inmovilidad es aprender a vivir el presente. Vivir el presente te pone en contacto con tu "ahora" y es el centro de una vida positiva.
El presente es el único momento que puedes vivir porque es el único momento que realmente existe. El pasado ya no está por tanto no existe ni se puede modificar, y el futuro no ha llegado y cuando llegue, en ese preciso momento, será presente.
Hay personas que viven ancladas en el pasado (ya sea lejano o inmediato), en un tiempo que ya no es real. Pero no desprenderse de él les impide vivir el presente. Piensan que el presente es aburrido, sin sustancia y sin sabor, sin embargo son ellos los aburridos porque su subordinación al pasado les impide disfrutar de las cosas presentes y cotidianas: el olor de una flor, la sonrisa de un niño, el calor del sol, la conversación con un amigo, etc, les impide estar presentes al 100% de la actividad que están realizando en ese momento. Y como no pueden concentrarse en lo que realizan, no le encuentran cosas positivas.
Otras personas viven mirando de cara al futuro y no se dan cuenta, que el futuro nunca puede llegar. Cuando llega ya es presente y se preparan de nuevo para el futuro, cuando vuelve a llegar vuelve a ser presente y vuelven a prepararse para el futuro.
Estas dos formas son maneras de no vivir nunca el presente y por tanto de no conseguir nunca la felicidad.
No importa mucho lo que hagas, no tiene que ser grandioso ni ejemplar, solo es necesario que vayas construyendo tu vida, que tengas una vida. Si cuando seas anciano, te das cuenta que no la has tenido, ¿qué es lo que has tenido entonces? Posiblemente no hay nada más triste que estar el final del camino y darte cuenta de que en realidad no has vivido. Entonces... ¡vive! No existe un momento más apropiado que otro, el momento más apropiado es aquel que tienes la suerte de tener. ¡Vive! ¡Haz cosas! Si al final haces un repaso de tu vida, no te vas a arrepentir de las cosas que has hecho, posiblemente te arrepentirás de aquello que no has hecho.
¡Valora el momento presente, saboréalo! Solo así podrás ser feliz. Dale importancia a tus momentos presentes, piensa que si los pierdes nunca más podrás disponer de ellos. ¡Maximizalos!

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