LOS CELOS NO SON UN SIGNO DE AMOR.

En mi periplo por los diversos institutos de enseñanza secundaria y colegios de formación profesional, en los que imparto talleres contra la violencia, me he encontrado en las adolescentes con una creciente creencia muy en auge entre esta población. Posteriormente, hablando con adultos he constatado que entre ellos existe la misma creencia arraigada.

Sin duda en ambos casos, repudian aquellos casos de control y malos tratos sobre la mujer o la pareja que salen en la televisión o tienen resultado de muerte, sin embargo, piensan que determinadas maneras de control que implican celos por parte del otro, no solo no es mala, sino que demuestra el interés y el amor que siente tu pareja por ti. Curiosamente esta aceptación de ser “controladas por el amor” se da más en la población femenina, y los chicos la suelen aceptar siempre que sean los que ejercen ese control pero no tanto si son ellos los que lo padecen. Me refiero a cosas que pueden parecer nimias, como ver el móvil de tu pareja para ver con quien se mensajea y sus llamadas, el correo electrónico, llamar por teléfono cuando no sales con la pareja para comprobar donde está y con quien, o a que hora va a volver a casa, etc…
Tanto en adolescentes como en adultos existe la idea de que para que haya amor tiene que haber celos, eso si, no en una cantidad desorbitada, pero literalmente alguna adolescente ha llegado a decir: “pero un poco sí, si está un poco celoso es que te quiere, que le interesas…”. De hecho es una creencia tan arraigada, que cuando queremos comprobar si interesamos a la persona que a su vez nos interesa, lo que hacemos es… darle celos. Si se muestra molesto entonces es que le interesamos.
Pero también puede ocurrir lo contrario, que a quien queramos dar celos, piense que no estamos interesados, y se de la vuelta y “a otra cosa mariposa”.
¿Significa eso que no le interesábamos? Pues yo creo que no necesariamente, simplemente que existe gente que no está interesada en perder el tiempo en juegos que le pueden parecer absurdos. Como dijo François de la Rochefoucauld “los celos se alimentan de dudas”. Por tanto, los celos tienen que ver más con la inseguridad personal que con el amor. Las personas celosas viven en muchos casos un verdadero tormento, llegando a la obsesión y ejerciendo conductas compulsivas de control sobre la otra persona (revisiones del móvil y correo electrónico, continuas llamadas y seguimientos, etc…) que se deben únicamente a la inseguridad que padecen, a una frágil autoestima y a comportamientos dependientes.

¿Son entonces los celos un signo de amor? Pues no, no lo son. Puede haber amor sin que existan celos, y puede haber celos en donde del trato que se le da a la otra persona se puede inferir que no hay el más mínimo amor.

Generalmente los celosos son personas dependientes que necesitan una relación blindada. La seguridad absoluta de que la otra persona no se va a marchar y los va a dejar solos. Esto no solo es imposible: los seres humanos nacemos libres y podemos elegir marcharnos de un sitio en cualquier momento, y si nos quedamos en un sitio o con una persona es porque estamos a gusto. Sino que además los celosos consiguen el efecto contrario, es decir la “profecía autocumplida”: con su comportamiento de presión y control, la otra persona llega a sentirse agobiada y empieza a pensar en marcharse.


Los celos son inseguridad.
La inseguridad no es amor.
Los celos no son amor.

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