¡¡ PERO QUE RARO ERES!!

Algunos adultos en ciertos momentos de nuestra vida y otros en todos los momentos de la suya, han tenido pensamientos tan infantiles como los tienen los niños y niñas en su más tierna infancia.

Los pequeños tienen la tendencia a pensar que su pensamiento es universal. Es decir, que las cosas son tal y como ellos las ven, y esa es la única forma de verlas, de opinar, de comportarse, etc. De ahí, que cuando no están de acuerdo con un compañero de guardería o de colegio se peleen con él o busquen la constatación de la veracidad de su pensamiento en un adulto: ¿A que el cielo es azul? ¿A que sí? En este caso, pasan por alto que el cielo puede ser blanco o gris si hay muchas nubes, negro si hay tormenta, anaranjado si esta atardeciendo, etc…

Cuando somos mayores, a veces, sin darnos cuenta, persistimos en esta tendencia pueril. Cuando encontramos a alguien que no actúa, piensa o se comporta como nosotros, tendemos a pensar que nosotros estamos en lo cierto, que nosotros seguimos la norma, es decir, la normalidad en esa actuación, y que los otros cuando menos son unos “raros”.

Término que en muchos casos se usa de forma despectiva.
Y no me refiero a situaciones estrambóticas o sujetos que así lo parezcan, sino a situaciones totalmente cotidianas y frecuentes. Por ejemplo, si perteneces a un grupo de amigos solteros sexualmente activos, y no te apetece hacer el amor con alguien a quien acabas de conocer aunque sea una persona atractiva, todo el mundo se pregunta por qué, y presionan para que sigas el pensamiento o actuación de la mayoría del grupo (ellos creen estar en lo acertado) y si persistes en tu actitud porque tienes tus motivos y simplemente crees que eres tu propio juez y no te apetece que te manipulen, se escucha entre bambalinas: - ¡¡ PERO QUE RARO ES!!
En definitiva lo que estamos haciendo es catalogar de “rareza” aquellos comportamientos que no se ajustan a nuestro pensamiento, a lo que creemos que se debe hacer en una situación cotidiana.

¿Y por que hacemos esto?

Primero: porque seguimos siendo tan infantiles que no pensamos que el cielo puede ser además de azul, gris, negro o anaranjados.
Segundo: porque nos fastidia que alguien se aparte de la norma que nosotros y/o nuestro grupo acaba de crear y no se deje influenciar.
Tercero: necesitamos que la otra persona cambie de opinión y se adapte a nuestra norma porque esto, infantilmente, nos ratifica que estamos en lo cierto. Es decir, nos da seguridad de no estar equivocados.

Queremos que los otros piensen y actúen como nosotros porque eso nos da seguridad de estar en lo cierto, de perpetuar ciertos comportamientos o pensamientos como deben ser realizados o pensados. Como toda falta de flexibilidad y exceso de rigidez lo único que se busca es la seguridad infantil de no estar equivocados. Y si no lo conseguimos actuamos catalogando al otro de forma peyorativa de “raro”.



Moraleja: si alguna vez te tildan de “raro o rara” párate a pensar por qué. Con frecuencia el déficit estará en quien te cataloga de tal y no en ti mismo.






Comentarios

Entradas populares de este blog

DEPENDENCIA EMOCIONAL Y RELACIONES TÓXICAS

EL DEPENDIENTE EMOCIONAL DOMINANTE O AMBIVALENTE.

HAZTE CARGO DE TI MISMO/A Y DE TU VIDA.